29.10.07

¿Existe neutralidad y objetividad en los medios de comunicación?

La neutralidad no existe. Puede aspirarse a ella o considerarse un medio caracterizado por la neutralidad, pero todo periodista, por muy buenas intenciones que tenga, se posiciona y se implica en las informaciones que transmite. Desde el momento en el que el periodista toma la decisión de contar una noticia y no otra, desde el instante en que se ve obligado a seleccionar lo que debe de contar a los espectadores, ya se esta posicionando en una situación imparcial, excluyendo de sus intereses informativos un acontecimientl.or yendo de sus intereses informativos un acontecimieno tan dino de contar como el elegico a en las informaciones que transmio tan digno de contar como el elegido.

En cambio la objetividad si es alcanzable. Para ser objetivo basta con transmitir una información que refleje los procesos reales, que transmita la realidad. Que describa lo sucedido, sin opiniones y sin reflexiones personales. Porque al fin y al cabo nosotros leemos la prensa y escuchamos y vemos los informativos para conocer el estado de nuestro país o del resto de países y no para que por boca del periodista se nos muestre la opinión del poder o del propio transmisor de la noticia. Por esta razón hay que tener claro que neutralidad y objetividad no es lo mismo.

Pero casi todos los medios de comunicación, ni respetan la neutralidad inalcanzable, ni la objetividad alcanzable. Se involucran en las noticias y las manipulan en función de sus intereses o de los intereses de los que están por encima de ellos.

En mi opinión la manipulación nunca es buena, porque si se manipula es porque se quiere conseguir un fin, una respuesta de los ciudadanos que beneficie sus expectativas. Si los ciudadanos somos conscientes de esta manipulación pero aun así preferimos ser manipulados, que es lo que ocurre actualmente, pues bien por lo medios. Pero si los receptores estamos siendo manipulados sin saberlo, no me parece una actuación ni ética, ni moral por parte de los medios. Y es que lo creamos o no hay muchos ciudadanos que creen a pies puntillas lo que los medios de comunicación les cuentan; que por escasa cultura o por falta de tiempo para contrastar los acontecimientos de los que nos informan diariamente (algo prácticamente imposible para personas que no se dediquen a temas relacionados con el periodismo o que hayan recibido estudios superiores por ejemplo), no son conscientes de que la realidad que tratan de mostrarnos los medios no es ni real (valga la redundancia), ni objetiva. Este tipo de manipulación es tan ilegal como la utilización de mensajes subliminales en la publicidad.
La buena noticia es que hoy en día la mayor parte de la población es más o menos consciente de las manipulaciones, al menos ideológicas y políticas de los medios de comunicación, y en función de estas escogen el medio en el que quieren escuchar las informaciones. Pero seguramente habrá otro tipo de manipulaciones de las cuales no seamos tan conscientes.

26.10.07

QUE SUS NOMBRES NO SE BORREN DE LA HISTORIA


Casi 70 años después de la Guerra Civil española y del franquismo, nos siguen sorprendiendo las escalofriantes historias que rodean la etapa más oscura de nuestro país.

Son muchos los relatos que hablan con dolor y rencor de aquellos años de represión.

Fueron demasiados los exiliados que perdieron sus raíces, que se vieron obligados a olvidar a sus seres más queridos y a viajar con la incertidumbre de no saber si sus familias conservaban la vida o ya la habían perdido; si habían sufrido o al menos les habían dejado morir con dignidad.

Fueron otros tantos los fusilados por defender sus ideologías, por rechazar lo inaceptable.

Miles fueron los sometidos a las más macabras torturas, para confesar si sabían algo o morir de dolor si lo desconocían.

Conocemos lo mal que se vivó aquellos años en España. Sabemos, por nuestros antepasados, que fueron años de dolor no sólo físico sino también psicológico. Que Franco acabo con España y con los españoles y que incluso la misma naturaleza mostró su repudio al dictador tiñendo de gris el cielo y el mar de nuestras costas y de sangre la capital. Sólo se respiraba muerte, miedo y destrucción.
Todo sucumbió ante el odio que Franco demostró al país.

Cuarenta años de dictadura y tres años de guerra que arrasaron con todo, hasta con las esperanzas del más esperanzado.
Todas estas víctimas de la represión de la dictadura franquista merecen ser recordadas y homenajeadas; no obstante, es prácticamente imposible dedicar unas líneas a cada uno de ellos, en primer lugar por la cantidad y en segundo lugar porque todavía hoy existen fosas comunes sin descubrir y por tanto, cadáveres sin reconocer y sin enterrar dignamente.

Sin embargo, de todas estas historias, existe un episodio especialmente cruel en el que, trece mujeres pertenecientes a Las Juventudes Socialistas Unificadas, por defender sus ideales republicanos, por luchar y mostrar fortaleza cuando ya la mayoría se mostraba dócil y sumisa, fueron condenadas a morir sin justificación alguna el 5 de agosto de 1939, ante la tapia del
cementerio de la Almudena de Madrid.
Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Avelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente, siete de las cuales eran menores de edad (en aquella época los 21 años), fueron detenidas junto con otras 43 personas por intentar reorganizar clandestinamente la organización, cuando las tropas franquistas abordaron Madrid. Fueron llevadas a la cárcel de mujeres de las Ventas, y sometidas a todo tipo de torturas. Permanecieron en aquel lugar en condiciones realmente pésimas hasta el día de su fusilamiento. Tal fue el martirio, que aquel tugurio construido para alojar a unos 450 individuos, en aquellos años albergó 4000 mujeres. En celdas pensadas para habitar dos personas, se llegaron a reunir hasta a una docena, y en los pasillos, las presas se amontonaban ante la falta de espacio.


La historia de las trece rosas sigue viva hoy en forma de libros, teatro, documentales y, gracias a Emilio Martínez-Lazáro en forma de película.

Hoy, 19 de Octubre se estrena en todos los cines de España este relato que además de escalofriante y real, refleja como vivieron y experimentaron en su propia piel muchos españoles, el dolor, el miedo y el odio que se apoderó del país con la llegada de Franco y sus tropas.
Una película que cuenta como vivieron las trece rosas la injusticia de la detención y encarcelación, cuando Franco había prometido que sólo se castigaría a quienes tuvieran las manos manchadas de sangre. El atropello de la acusación, relacionando a los detenidos con un delito de sangre, en un juicio amañado a través del cual se trato de vengar el asesinato del militar franquista Eugenio Gabaldon. Y la tropelía de la sentencia final, pena de muerte, por un crimen que ninguno de los acusados pudo cometer, puesto que todos ellos estaban encarcelados cuando ocurrió.

Algo que muchos experimentaron y que otros sólo conocemos gracias a libros, documentales o películas como esta que refleja la inmoralidad y los abusos en que se sumergió España durante la dictadura.
Un film digno de ver para conmemorar a las víctimas y cumplir con el deseo de una de ellas: “Que mi nombre no se borre de la historia” (Julia Condesa). No se borrará.