30.9.09

La belleza: el reflejo de la confianza

Según un estudio realizado en la Universidad de Verona, los alumnos menos atractivos obtienen calificaciones más bajas que sus compañeros

Hace cuatro años, dos profesores de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Verona hicieron un estudio en el que compararon las notas obtenidas por centenares de jóvenes en exámenes escritos, corregidos por un profesor que desconocía la cara de los estudiantes. Llegaron a la conclusión de que los alumnos guapos sacaban mejores notas que los feos.

Según la psicóloga Cristina Ortiz, son muchos los autores que han estudiado la influencia del atractivo, especialmente en el ámbito laboral. Este estudio fue un intento más de contribuir en el debate sobre la beauty premium o prima de la belleza. Su objetivo fue demostrar que el efecto del atractivo en el rendimiento académico no es el resultado de la discriminación que ejerce el profesor, sino un atributo positivo que deriva en estudiantes participativos, activos y eficaces.

Para entender la importancia de la belleza, la psicóloga Ortiz recurre a los economistas de la Universidad de Harvard Mark Mobius y Tanya Rosenblat, que realizaron el siguiente experimento: reunieron a un grupo de gente y, por separado, les presentaron un problema complicado. Antes de resolverlo, les pidieron que predijeran cuánto creían que iban a tardar en hacerlo. Mientras tanto, un jurado evaluaba la belleza física de cada participante y comparaba los ejercicios de guapos y feos. Ambos grupos solucionaron el problema a la misma velocidad pero, sorprendentemente, los guapos aseguraron, antes de resolverlo, que lo podían terminar mucho más rápido.

Para Mobius y Rosenblat, las personas atractivas tienden a cobrar más en el mercado laboral, no porque haya discriminación sino porque la belleza es un reflejo de autoconfianza, atributo deseable en un trabajador, sobre todo en puestos de responsabilidad, gestión y liderazgo.

Sin embargo, Ortiz afirma que existen teorías que hablan de discriminación. Así lo refleja el estudio que realizaron Margaret Clifford y Elaine Hatfield. Dieron a profesores de quinto grado de Missouri idéntica información sobre un niño, pero unida a la fotografía de un chico guapo y uno feo. Los profesores percibieron al niño atractivo como más inteligente y con mejor rendimiento en la escuela.

Según la psicóloga Ortiz, el problema que plantea este resultado es la repercusión que esa percepción puede tener en el estudiante. Lo que Robert Rosenthal denomina “la profecía que se autocumple”. Ortiz explica que los profesores que tienen peores expectativas en torno al niño menos guapo, influyen en el rendimiento de este. Perciben al alumno como menos efectivo, menos capaz y le inducen a manifestar estas conductas en defensa propia, creándose así un círculo vicioso, un círculo que se autoperpetúa y que va más allá: si las personas menos atractivas no son valoradas ni favorecidas, no desarrollan esa autoconfianza que tanto se valora en el mercado laboral.