Actualmente los colegios españoles reciben cada vez más niños inmigrantes cuyas familias vienen a España en busca de trabajo y de una calidad de vida mejor a la que sus países de origen le proporcionan. Para comprender como viven estos niños la llegada a un nuevo lugar y el proceso de integración en una cultura diferente, Lourdes de Celis profesora de educación infantil del colegio Miguel Hernández, en Castro Urdiales (Cantabria), nos explica el proceso de adaptación que se lleva a cabo en su centro y nos acerca a una realidad cada vez más común.
Irene Gordo: ¿En torno a que edades se registra el mayor número de niños extranjeros?
Lourdes de Celis: Recibimos niños inmigrantes de todas las edades, desde los tres años hasta los once o doce en nuestro colegio, puesto que sólo cursamos hasta sexto de primaria.
I.G: ¿Cuáles son los lugares de procedencia más comunes?
L.C: Principalmente Rumania, Portugal y países sudamericanos como Colombia o Brasil. También hay bastantes niños de China y en menor medida de países de centro Europa, como Polonia.
I.G: Cuando niños inmigrantes llegan al colegio, ¿qué protocolo de adaptación o integración se lleva a cabo?
L.C: Una vez que el niño llega al centro, la orientadora y el director se entrevistan con los padres para conocerles. En caso de que fuera necesario se les pone en contacto con asistentes sociales, Cruz Roja, CARITAS… Posteriormente se reúne a padres e hijos para que conozcan el funcionamiento de colegio, las instalaciones, el aula, el tutor y los compañeros. Pero dependiendo de la etapa escolar en la que el niño se incorpore, el proceso de integración que se lleva a cabo es distinto.
I.G: ¿Cuál es la diferencia?
L.C: Cuando estos niños se incorporan en educación infantil o 1º y 2º de primaria, se les inserta directamente en el aula ordinaria, según les corresponda cronológicamente, pero de una forma progresiva: los primeros días en torno a una hora y posteriormente se aumenta o mantiene el tiempo en función de la reacción del niño. Si su integración es positiva, el tiempo de estancia en el aula aumenta hasta alcanzar la normalidad. Si el niño muestra dificultades en la integración, por ejemplo, llorando mucho, permanece menos rato en el aula y su inclusión es algo más lenta.
En primaria, sin embargo, la profesora de educación compensatoria hace un estudio de las características del niño: su edad, sus conocimientos, su nivel educativo… En función del resultado de este examen se procede a incorporarle en la clase correspondiente, generalmente en sintonía con sus conocimientos más que con la edad, ya que la mayoría de estos niños presentan un desfase curricular notable con respecto al resto de compañeros. Además de acudir al aula ordinaria que les corresponde, estos niños son atendidos en el aula de educación compensatoria en sesiones de aproximadamente tres horas semanales y en aquellos casos en los que el desfase educativo sea de dos años todos los días una hora por la mañana, evitando siempre abandonar el aula ordinaria en las asignaturas de especialistas (música, gimnasia, inglés) puesto que fomentan la socialización, uno de los objetivos principales en la integración del niño.
I.G: ¿Qué tipo de actividades se llevan a cabo en el aula de educación compensatoria?
L.C: Principalmente se atiende a la enseñanza del idioma castellano y de conceptos básicos como la lecto-escritura o las matemáticas. Se intenta familiarizarles con la cultura y costumbres españolas y que compartan y comparen sus costumbres con las de aquí. A través de este tipo de ejercicios se trabaja el vocabulario y la exposición oral, así como contenidos de aspecto social que les ayuden a integrarse en los hábitos nacionales. También se fomenta mucho la afectividad y el cariño porque a veces provienen de familias desestructuradas y pobres.
I.G: ¿Cómo se integra a los niños inmigrantes en el aula ordinaria?
L.C: En educación infantil, que es el ámbito en el que trabajo, la incorporación es directa y progresiva durante al menos dos semanas, aunque la mayor parte de los niños no necesitan tanto tiempo de prueba porque en seguida se relacionan con el resto de compañeros. Para que el niño se integre y se adapte lo antes posible a la dinámica de la clase lo primordial es fomentar su socialización, así como el conocimiento del castellano. En educación infantil no es difícil puesto que el resto de niños les tratan como a uno más y les hablan constantemente aunque no lo entiendan. Los profesores también promovemos constantemente la comunicación con ellos y la comprensión de lo que se les comunica, así como la transmisión de cariño y confianza. Si en el aula hay otros niños de su misma nacionalidad se intenta que se ayuden entre ellos, que se expliquen aquello que no entienden.
I.G: Antes ha comentado que en el aula de educación compensatoria se les enseña la cultura y costumbres españolas y se les insta a hablar sobre la cultura de su país. ¿Se intenta integrar las costumbres de sus países de origen también en el aula ordinaria?
L.C: Sí. Aunque no se dedica tanta atención como en el aula de educación compensatoria, porque no existe tiempo material para atender de forma exclusiva a cada alumno, ya sea nacional o extranjero, se intenta que el niño transmita conceptos de su país. El primer día, por ejemplo, se dedica un tiempo a conocer el país del que procede, localizarlo geográficamente en el mapa y aprender palabras sencillas (hola, adiós, gracias…) en su idioma. Durante el curso, nos explica como son las actividades que realizamos en la clase (recetas de cocina, noticias de periódicos, canciones, celebraciones, religión…) en su país, para que las compare con las españolas y para que el resto de compañeros conozcan las costumbres de otros lugares. Por ejemplo, ahora con motivo del carnaval se insta al niño a que explique como se celebra esta festividad en su país.
I.G: Usted ha dicho que el niño comparte con la clase sus costumbres, cultura y religión. En el caso de inmigrantes con una religión diferente a la católica, ¿acuden a las clases de esta asignatura?
L.C: Normalmente los padres prefieren que no asistan, aunque este año me he encontrado con una excepción: una familia católico-ortodoxa que permite que su hijo se quede en el aula durante la clase de religión porque son creencias similares.
I.G: En el resto de actividades (excursiones o celebraciones), ¿participan con normalidad?
L.C: Sí, a excepción de la religión, en el resto de actividades los padres quieren que participen.
I.G: ¿Cómo reaccionan estos niños inmigrantes cuando llegan por primera vez al colegio?
L.C: Los niños que proceden de países con calidad de vida inferior a la española, por ejemplo rumanos, y que nunca han estado escolarizados, se muestran sorprendidos al descubrir la escuela, que se presenta como algo atractivo y motivador para ellos.
En educación infantil, los primeros días están callados, atentos y observadores. No participan demasiado en los juegos y actividades porque se mantienen en una posición expectante. Con el paso de los días poco a poco se animan y comienzan a jugar con sus compañeros en el patio y en el aula. Durante los primeros meses a penas hay comunicación verbal pero se relacionan con total normalidad con el resto de alumnos. Transcurridos dos o tres meses se produce como una explosión repentina y comienzan a hablar y repetir palabras.
I.G: Apunta que durante los primeros meses apenas hay comunicación verbal. ¿Utilizan los gestos para comunicarse?
L.C: Sí, utilizan de todo: gestos, sonidos, dibujos… A veces no expresan lo que les ocurre o no lo saben transmitir y los profesores les entendemos más por intuición que porque traten de explicarse. Intuimos cuando les pasa algo y a través de preguntas tratamos de dilucidar que es lo que les ocurre. Pero generalmente cuando lo necesitan acuden a nosotros y piden ayuda.
I.G: Cuando llega un niño inmigrante a la clase, ¿se le comunica al resto de escolares?
L.C: Sí, se les informa de su futura incorporación y se les explica que no entiende el idioma castellano y que hay que ayudarle, jugar con él, hablarle y explicarle las actividades que se desarrollan en el aula.
I.G: ¿Cómo le tratan sus compañeros?
L.C: Le tratan como a uno más y se dirigen a él como tal, sin reparar en que pueda o no entenderles. Le invitan a jugar, le hablan, le ayudan en las actividades, le explican y las niñas especialmente se esmeran en integrarles en la dinámica de la clase.
I.G: Hasta ahora hemos hablado de la adaptación de los niños inmigrantes a un nuevo país y un nuevo colegio, pero también es importante integrar a los padres en el ámbito educativo de sus hijos. ¿Cómo lo hacen?
L.C: Intentamos que la relación con ellos sea la misma que con los padres nacionales y les ofrecemos todo tipo de ayudas económicas y sociales si las necesitan. Pero por lo general no responden como se espera, porque tienen un concepto diferente de la educación, que generalmente ocupa un segundo plano entre sus inquietudes, siendo el encontrar trabajo o vivienda sus mayores preocupaciones.
I.G: ¿A qué se refiere cuando dice que no responden como se espera?
L.C: No suelen acudir a las reuniones, no muestran demasiado interés por la educación de sus hijos y no son muy participativos. Obviamente y como en todo, hay familias inmigrantes que se preocupan mucho, se interesan y te valoran como profesional.
I.G: ¿Existe relación entre padres inmigrantes y padres nacionales?
L.C: Por lo general tienden a agruparse por nacionalidades y es habitual que los inmigrantes que proceden de un mismo país se conozcan entre ellos y se ayuden.
A veces sí se relacionan con padres nacionales pero lo habitual es que se agrupen en función de su lugar de origen.
I.G: ¿Y entre inmigrantes de distintas nacionalidades, por ejemplo, entre rumanos y sudamericanos?
L.C: Ocurre lo mismo. Puede darse algún caso pero lo normal es que no se relacionen entre inmigrantes de distinta nación.
I.G: ¿Alguna anécdota?
L.C: Bueno, quizá para ilustrar un poco en que condiciones llegan algunos niños, sobre todo rumanos, hubo un caso de un niño de Rumania que el primer día que se quedó al comedor no concebía que pudiese comer un primer plato, un segundo y el postre. La monitora le tuvo que explicar que aquella comida era toda para él y el niño se mostró asombrado y muy contento. Ese día el postre era chocolate y fue la primera palabra que aprendió a decir.
Irene Gordo: ¿En torno a que edades se registra el mayor número de niños extranjeros?
Lourdes de Celis: Recibimos niños inmigrantes de todas las edades, desde los tres años hasta los once o doce en nuestro colegio, puesto que sólo cursamos hasta sexto de primaria.
I.G: ¿Cuáles son los lugares de procedencia más comunes?
L.C: Principalmente Rumania, Portugal y países sudamericanos como Colombia o Brasil. También hay bastantes niños de China y en menor medida de países de centro Europa, como Polonia.
I.G: Cuando niños inmigrantes llegan al colegio, ¿qué protocolo de adaptación o integración se lleva a cabo?
L.C: Una vez que el niño llega al centro, la orientadora y el director se entrevistan con los padres para conocerles. En caso de que fuera necesario se les pone en contacto con asistentes sociales, Cruz Roja, CARITAS… Posteriormente se reúne a padres e hijos para que conozcan el funcionamiento de colegio, las instalaciones, el aula, el tutor y los compañeros. Pero dependiendo de la etapa escolar en la que el niño se incorpore, el proceso de integración que se lleva a cabo es distinto.
I.G: ¿Cuál es la diferencia?
L.C: Cuando estos niños se incorporan en educación infantil o 1º y 2º de primaria, se les inserta directamente en el aula ordinaria, según les corresponda cronológicamente, pero de una forma progresiva: los primeros días en torno a una hora y posteriormente se aumenta o mantiene el tiempo en función de la reacción del niño. Si su integración es positiva, el tiempo de estancia en el aula aumenta hasta alcanzar la normalidad. Si el niño muestra dificultades en la integración, por ejemplo, llorando mucho, permanece menos rato en el aula y su inclusión es algo más lenta.
En primaria, sin embargo, la profesora de educación compensatoria hace un estudio de las características del niño: su edad, sus conocimientos, su nivel educativo… En función del resultado de este examen se procede a incorporarle en la clase correspondiente, generalmente en sintonía con sus conocimientos más que con la edad, ya que la mayoría de estos niños presentan un desfase curricular notable con respecto al resto de compañeros. Además de acudir al aula ordinaria que les corresponde, estos niños son atendidos en el aula de educación compensatoria en sesiones de aproximadamente tres horas semanales y en aquellos casos en los que el desfase educativo sea de dos años todos los días una hora por la mañana, evitando siempre abandonar el aula ordinaria en las asignaturas de especialistas (música, gimnasia, inglés) puesto que fomentan la socialización, uno de los objetivos principales en la integración del niño.
I.G: ¿Qué tipo de actividades se llevan a cabo en el aula de educación compensatoria?
L.C: Principalmente se atiende a la enseñanza del idioma castellano y de conceptos básicos como la lecto-escritura o las matemáticas. Se intenta familiarizarles con la cultura y costumbres españolas y que compartan y comparen sus costumbres con las de aquí. A través de este tipo de ejercicios se trabaja el vocabulario y la exposición oral, así como contenidos de aspecto social que les ayuden a integrarse en los hábitos nacionales. También se fomenta mucho la afectividad y el cariño porque a veces provienen de familias desestructuradas y pobres.
I.G: ¿Cómo se integra a los niños inmigrantes en el aula ordinaria?
L.C: En educación infantil, que es el ámbito en el que trabajo, la incorporación es directa y progresiva durante al menos dos semanas, aunque la mayor parte de los niños no necesitan tanto tiempo de prueba porque en seguida se relacionan con el resto de compañeros. Para que el niño se integre y se adapte lo antes posible a la dinámica de la clase lo primordial es fomentar su socialización, así como el conocimiento del castellano. En educación infantil no es difícil puesto que el resto de niños les tratan como a uno más y les hablan constantemente aunque no lo entiendan. Los profesores también promovemos constantemente la comunicación con ellos y la comprensión de lo que se les comunica, así como la transmisión de cariño y confianza. Si en el aula hay otros niños de su misma nacionalidad se intenta que se ayuden entre ellos, que se expliquen aquello que no entienden.
I.G: Antes ha comentado que en el aula de educación compensatoria se les enseña la cultura y costumbres españolas y se les insta a hablar sobre la cultura de su país. ¿Se intenta integrar las costumbres de sus países de origen también en el aula ordinaria?
L.C: Sí. Aunque no se dedica tanta atención como en el aula de educación compensatoria, porque no existe tiempo material para atender de forma exclusiva a cada alumno, ya sea nacional o extranjero, se intenta que el niño transmita conceptos de su país. El primer día, por ejemplo, se dedica un tiempo a conocer el país del que procede, localizarlo geográficamente en el mapa y aprender palabras sencillas (hola, adiós, gracias…) en su idioma. Durante el curso, nos explica como son las actividades que realizamos en la clase (recetas de cocina, noticias de periódicos, canciones, celebraciones, religión…) en su país, para que las compare con las españolas y para que el resto de compañeros conozcan las costumbres de otros lugares. Por ejemplo, ahora con motivo del carnaval se insta al niño a que explique como se celebra esta festividad en su país.
I.G: Usted ha dicho que el niño comparte con la clase sus costumbres, cultura y religión. En el caso de inmigrantes con una religión diferente a la católica, ¿acuden a las clases de esta asignatura?
L.C: Normalmente los padres prefieren que no asistan, aunque este año me he encontrado con una excepción: una familia católico-ortodoxa que permite que su hijo se quede en el aula durante la clase de religión porque son creencias similares.
I.G: En el resto de actividades (excursiones o celebraciones), ¿participan con normalidad?
L.C: Sí, a excepción de la religión, en el resto de actividades los padres quieren que participen.
I.G: ¿Cómo reaccionan estos niños inmigrantes cuando llegan por primera vez al colegio?
L.C: Los niños que proceden de países con calidad de vida inferior a la española, por ejemplo rumanos, y que nunca han estado escolarizados, se muestran sorprendidos al descubrir la escuela, que se presenta como algo atractivo y motivador para ellos.
En educación infantil, los primeros días están callados, atentos y observadores. No participan demasiado en los juegos y actividades porque se mantienen en una posición expectante. Con el paso de los días poco a poco se animan y comienzan a jugar con sus compañeros en el patio y en el aula. Durante los primeros meses a penas hay comunicación verbal pero se relacionan con total normalidad con el resto de alumnos. Transcurridos dos o tres meses se produce como una explosión repentina y comienzan a hablar y repetir palabras.
I.G: Apunta que durante los primeros meses apenas hay comunicación verbal. ¿Utilizan los gestos para comunicarse?
L.C: Sí, utilizan de todo: gestos, sonidos, dibujos… A veces no expresan lo que les ocurre o no lo saben transmitir y los profesores les entendemos más por intuición que porque traten de explicarse. Intuimos cuando les pasa algo y a través de preguntas tratamos de dilucidar que es lo que les ocurre. Pero generalmente cuando lo necesitan acuden a nosotros y piden ayuda.
I.G: Cuando llega un niño inmigrante a la clase, ¿se le comunica al resto de escolares?
L.C: Sí, se les informa de su futura incorporación y se les explica que no entiende el idioma castellano y que hay que ayudarle, jugar con él, hablarle y explicarle las actividades que se desarrollan en el aula.
I.G: ¿Cómo le tratan sus compañeros?
L.C: Le tratan como a uno más y se dirigen a él como tal, sin reparar en que pueda o no entenderles. Le invitan a jugar, le hablan, le ayudan en las actividades, le explican y las niñas especialmente se esmeran en integrarles en la dinámica de la clase.
I.G: Hasta ahora hemos hablado de la adaptación de los niños inmigrantes a un nuevo país y un nuevo colegio, pero también es importante integrar a los padres en el ámbito educativo de sus hijos. ¿Cómo lo hacen?
L.C: Intentamos que la relación con ellos sea la misma que con los padres nacionales y les ofrecemos todo tipo de ayudas económicas y sociales si las necesitan. Pero por lo general no responden como se espera, porque tienen un concepto diferente de la educación, que generalmente ocupa un segundo plano entre sus inquietudes, siendo el encontrar trabajo o vivienda sus mayores preocupaciones.
I.G: ¿A qué se refiere cuando dice que no responden como se espera?
L.C: No suelen acudir a las reuniones, no muestran demasiado interés por la educación de sus hijos y no son muy participativos. Obviamente y como en todo, hay familias inmigrantes que se preocupan mucho, se interesan y te valoran como profesional.
I.G: ¿Existe relación entre padres inmigrantes y padres nacionales?
L.C: Por lo general tienden a agruparse por nacionalidades y es habitual que los inmigrantes que proceden de un mismo país se conozcan entre ellos y se ayuden.
A veces sí se relacionan con padres nacionales pero lo habitual es que se agrupen en función de su lugar de origen.
I.G: ¿Y entre inmigrantes de distintas nacionalidades, por ejemplo, entre rumanos y sudamericanos?
L.C: Ocurre lo mismo. Puede darse algún caso pero lo normal es que no se relacionen entre inmigrantes de distinta nación.
I.G: ¿Alguna anécdota?
L.C: Bueno, quizá para ilustrar un poco en que condiciones llegan algunos niños, sobre todo rumanos, hubo un caso de un niño de Rumania que el primer día que se quedó al comedor no concebía que pudiese comer un primer plato, un segundo y el postre. La monitora le tuvo que explicar que aquella comida era toda para él y el niño se mostró asombrado y muy contento. Ese día el postre era chocolate y fue la primera palabra que aprendió a decir.
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