10.12.06

OLENTZERO

En los bosques de nuestro país, hay muchos tipos diferentes de criaturas que la gente no puede ver. Todas ellas son parte de la naturaleza, y la gente ha escrito muchas historias y fábulas acerca de ellas. Cuando caminamos a través de nuestras montañas y nuestros valles, desde un rincón maravilloso de la imaginación ellas nos mantienen acompañados y nos cuidan.
Esta es la historia de uno de aquellos seres, la historia del Olentzero, un hombre humilde que con su amor entra al corazón de todas las criaturas, reales e imaginarias.

Hace muchos años, en los profundos bosques del País Vasco, un hada muy hermosa vivia allí. Su cabellera era amarilla como el sol y sus ojos eran muy brillantes. Como todas las hadas, ella cuidaba de la gente y siempre estaba acompañada por unos duendes, llamados Prakagorri, o "pantalones rojos", que la ayudaban en su trabajo.

Un día, cuando ella caminaba a través de las montañas, se detuvo junto a una fuente. De repente, los Prakagorris le anunciaron que algo se estaba moviendo entre los helechos. "Es un bebé humano" dijo el más viejo de los duendes. "¿Por qué lo dejaron aquí?". “No lo sé" dijo el hada, "es difícil de comprender como los humanos pueden ser tan desalmados algunas veces."

"Desde ahora," le dijo el hada al bebé, "tu nombre será Olentzero. Te daré los regalos de Fuerza, Coraje y Amor, por todo el tiempo que tú vivas." Entonces el hada tomó al bebé y lo llevó a una vieja casa en el límite del bosque donde vivían una pareja que no tenían niños.

"Ellos estarán muy contentos al recibir este chico y lo cuidarán muy bien, lo sé" dijo el hada, y dejó al niño en frente de la puerta de su casa. A la mañana siguiente, cuando el sol comenzaba a levantarse, el hombre salió de la casa para ordeñar a las vacas. Se sorprendió mucho al ver al bebé, y llamó a su esposa: " Ven aquí rápidamente! Ven a ver lo que he encontrado!". Ambos se pusieron muy contentos. Inmediatamente cubrieron al niño con una cálida frazada y le dieron algo de comida. Desde entonces lo tomaron como su hijo.

Olentzero crecio en aquellas maravillosas montañas, hasta que se convirtió en un fuerte, saludable y amable hombre. Trabajaba todos los días de la mañana a la noche, haciendo carbón y ayudando a su anciano padre. Después de muchos años la anciana pareja finalmente murio y Olentzero se quedó muy solo.

Se volvió triste y se dió cuenta de que lo que necesitaba hacer era ayudar a otras personas. Recordó que en el pueblo había una casa en la que vivían algunos niños huerfanos que vivían de cualquier cosa que la gente del pueblo les daba, y él se dió cuenta de que esos niños estaban tan solos como él, y que podría ayudarles a ser felices.

Olentzero hizo algunos juguetes de madera para aquellos niños: pequeños juguetes y muñecas, que el podría llevar a los niños cuando fuera al pueblo a vender su carbón.

Cuando terminó los juguetes los puso en una gran bolsa, la colgo sobre su burro, y marchó hacia el pueblo.

Los niños del pueblo se pusieron muy contentos cuando recibieron sus regalos, y Olentzero se pasó la tarde jugando con ellos y contándoles las historias que había aprendido de su padre cuando él era pequeño. Los niños y niñas querian mucho a Olentzero y despues de aquel día ellos no se sintieron tan solos como antes. Olentzero se volvió muy conocido en aquel pueblo. Cada vez que él se acercaba, rápidamente era rodeado por los niños.

Esto sucedió durante muchos años, pero un día, cuando Olentzero iba al pueblo, vió un rayo alcanzando a una casa. Corrió hacia la casa y vió algunos chicos en una de las ventanas, asustados y pidiendo ayuda. Sin pensar entro en la casa en llamas, cubrió a los niños con una frazada para protegerlos del fuego, y los sacó de la casa a través de una ventana.

Pero mientras estaba tratando de salir, una viga de madera vieja y grande del cielo raso cayó sobre él. Olentzero cayó, y su fuerte y hermoso corazón se detuvo. Las personas en el pueblo lloraron cuando vieron la casa en llamas, y supieron lo que había ocurrido, y se dieron cuenta de que no había nada que poder hacer.

En ese mismo momento fueron sorprendidos por una brillante luz que salía de la casa en llamas. Nadie podía ver lo que estaba ocurriendo dentro. Dentro de la casa, el hada que había encontrado a Olentzero en las montañas, cuando él era un bebé muchos años atrás, apareció junto a Olentzero y comenzó a llamarlo por su nombre con su dulce voz: "Olentzero! Olentzero!"•

Ella dijo: "Olentzero, tú has sido un buen hombre, lleno de fe y de buen corazón. Has dedicado tu vida a hacer cosas para los demás, y has dado hasta tu propia vida para salvar a otras personas. Por lo tanto no quiero que te mueras. Yo quiero que vivas para siempre. De ahora en adelante tú harás juguetes y otros regalos para los niños que no tienen padres en este pueblo y en todos los rincones del País Vasco."

"Y nosotros te ayudaremos!" dijeron todos los Prakagorris, volando alrededor de Olentzero.
Y así fue como vino a pasar que, en la mitad de cada invierno, al final de cada año, Olentzero va a todos los pueblos del País Vasco repartiendo juguetes y regalos a los niños que no tienen padres ni abuelos que les hagan regalos. Los niños de todos los pueblos celebran la llegada de Olentzero cantando canciones y esparciendo su mensaje de amor, fuerza y coraje. Algunas personas no creen que Olentzero realmente exista. Pero entre los vascos hay un viejo dicho:

"TODAS LAS COSAS QUE TIENEN UN NOMBRE EXISTEN, SI NOSOTROS CREEMOS QUE EXISTEN".

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