3.11.06

NOSOTROS DECIDIMOS

Cada vez son más los programas sensacionalistas que cubren las horas televisivas de prácticamente todas las cadenas de televisión. Por las mañanas, por las tardes, por las noches… A todas horas podemos escuchar nuevos detalles acerca de la vida de la Pantoja y de su amado Cachuli. Si Isabel ha salido a comprar pasta de dientes al supermercado, en programas como ‘Aquí hay Tomate’ hacen una conexión en directo con el enviado especial que han mandado a la puerta del supermercado para ponernos al tanto de la marca que ha elegido la artista para su higiene bucal. ¿Es esto periodismo? ¿Requiere esa noticia de un enviado especial? Cuantos sucesos estarán aconteciendo en ese mismo instante en cualquier parte del mundo que necesiten ser contados, que los públicos deben conocer y de los cuales nadie informa.
En realidad no les culpo. Ellos solo ofrecen lo que la audiencia supuestamente quiere ver. Pero no me creo que a los españoles les interese más la vida de una señora que no les proporciona nada a un reportaje sobre los animales que habitan en las aguas más profundas o sobre paisajes paradisíacos, que muchos si no es mediante imágenes, no veremos nunca.
El bombardeo de sensacionalismo y de reallity shows es cada vez más fuerte. Todas las cadenas disponen de al menos un programa en el cual unas 16 personas venden su vida durante tres meses: ‘Gran hermano, ‘El conquistador del mundo’, ‘La isla de los famosos’, ‘Esta cocina es un infierno, ‘Supervivientes’… Y no solo tenemos que aguantarles durante el tiempo que dura el concurso, sino que posteriormente les tenemos en todos los programas de corazón, en todas las salsas rosas, inventando historias para ganar dinero fácil. Y el problema no es sólo que permanezcan estos programas, sino que viendo la buena integración que tienen, inventan más nombres para más programas de similares características.
También encontramos programas que mezclan sensacionalismo con aprendizaje, con educación, como ‘Super Nany’, ‘Oido cocina’, ‘Operación triunfo’… que a pesar de ser del mismo rango que los otros, al menos parece que su finalidad va más allá del mero entretenimiento y enseñan cosas nuevas a los concursantes, les hacen esforzarse y madurar. Aparentemente el objetivo es más educativo.
Pero este sensacionalismo no solo prolifera en televisión. En prensa escrita también encontramos abundantes ejemplos: no faltan revistas del corazón, en las que se nos informa con todo lujo de detalles sobre la vida de los famosos, que si Paris Hilton no se conforma con la riqueza que le dejo su padre y ahora canta y baila, para desgracia de muchos y deleite de unos poco; que si las rodillas de Nicole Kidman no son tan bonitas como las de Jessica Simpson... Y que decir de las revistas para adolescentes con millones de testes que no llevan a ninguna parte: adivina cual es el color que te favorece dependiendo del día de la semana, del tiempo que hace en la calle, de si te duele el estomago o por el contrario la cabeza…
En mi opinión esto no es periodismo, y aunque no me posiciono en contra de su existencia, si cuestiono la importancia que esta adquiriendo en los últimos tiempos. Comprendo que se traten de programas de entretenimiento, que cumplen muy bien su objetivo de evadir de los problemas personales sonsacando los problemas de los demás, pero hay muchos otros medios de evasión, la lectura mismamente, que entretiene y aporta muchos más que una discusión en la casa de Guadalix de la Sierra por un cigarro desaparecido. Evitemos ser audiencias pasivas que tragamos lo que nos echen y convirtámonos en audiencias activas que decidamos lo que queremos ver.

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