¿UN PROBLEMA SIN SOLUCIÓN?

A nadie parece preocuparle que en lo que va de año sean ya más de 47.485 las denuncias relacionadas con esta realidad cada vez más normalizada en nuestra sociedad. Digo normalizada porque por una parte sólo oímos hablar en los medios de comunicación de la violencia de género cuando la mujer ha sido asesinada o ha acabado en el hospital con heridas de considerable gravedad. Ya no se hablan de las denuncias que interponen día tras día en la comisaría para conseguir una orden de alejamiento, para conseguir una vida normal, para acabar con ese miedo que las aterroriza o al menos tener una mínima seguridad por su vida, por su familia e hijos. Parece que una denuncia de este tipo es un acto cotidiano y ya no se informa sobre ello, ya no se le da la importancia que realmente tiene. Y cuando se habla de una mujer más en esta larga lista que no tiene pinta de finalizar nunca, se utilizan términos tan normalizados, que dan sensación de aceptación de este grave problema: ‘una nueva víctima’, ‘un caso más de violencia de género’, ‘de nuevo una mujer muere a manos de su marido’… Por que se toma como algo lógico, como algo normal, como algo que ya no nos sorprende, no nos indigna. No debemos aceptarlo porque tenemos que acabar con esta situación ya. No se puede olvidar a todas esas mujeres que viven sometidas, no debemos dejar pasar de largo sus denuncias y esperar a que las maten para abrir el informativo con ‘una noticia más de violencia de género’. Hay que actuar. La justicia tiene que actuar. Las leyes deben protegerlas. Las instituciones deben respaldarlas. El gobierno tiene la obligación de preocuparse por ellas. Si la justicia no las ayuda, tendremos que estar muchos años más llorando a todas estas mujeres que cuando sacan el valor suficiente para denunciar, para salir de ese agujero, no encuentran una sendero fácil para continuar a delante, sino un camino pedregoso y lleno de muros que solo unas pocas consiguen saltar. Allanemos su recorrido, que si es difícil ya de por sí aun más lo será sin respaldo, sin ayuda y sin un seguro que las confirme que actuando así conseguirán salvar su vida y la de sus hijos.